Organización Vocera y Representativa de los Recicladores de Oficio en Colombia

El modelo económico del nuevo gobierno se basa en lo que se denomina la economía de la oferta (supply side economics), teoría que afirma que la producción y el empleo tienen que ver  con  condiciones de  la oferta, es decir, con los impuestos a las utilidades, la productividad y los costos salariales, de los insumos  y del capital.

Por Diego Otero Prada

El modelo económico del nuevo gobierno se basa en lo que se denomina la economía de la oferta (supply side economics), teoría que afirma que la producción y el empleo tienen que ver  con  condiciones de  la oferta, es decir, con los impuestos a las utilidades, la productividad y los costos salariales, de los insumos  y del capital.

Este aumento en la oferta agregada resultaría en   más demanda y por lo tanto en más producción e ingresos. Es una visión de la ley de Say que dice que la “oferta crea su propia demanda” que Keynes la transformó en que la “demanda crea su propia oferta”.

Dentro de esta ideología, hay que bajar los impuestos a las empresas para incentivar la inversión, lo  que daría lugar a mayor producción. El gobierno de Duque   quiere reducir los impuestos a las ganancias de las empresas bajo este supuesto teórico de que al hacerlo los empresarios al tener más utilidades disponibles aumentarán la inversión y por lo tanto la producción y el empleo, y aún más, se atreven a decir que los salarios crecerían.

Teórica y empíricamente  no hay pruebas de que bajar impuestos a las utilidades de las empresas incentiva la inversión,  y que  por este efecto se producen nuevos ingresos que se convierten en demanda  adicional.

Por otra parte, hay estudios empíricos en Colombia, como el realizado por el economista y profesor investigador de la Universidad Nacional Jairo Villabona, que muestran que la tasa real de nominal tributación de las empresas es del 16%, cuando la tasa de impuestos  es del 33%. Así que bajar los impuestos a un tasa de 28% no resuelve nada. O sea, el argumento que las empresas pagan impuestos muy altos comparados con otros países resulta falso. Lo que existe es evasión fiscal. Si la tasa de tributación de 33% se cumpliera, podría argumentarse bajar esta tasa a 28%. Pero como están las cosas, si se redujera a este valor, la tributación real seguramente bajaría alrededor  de 14% si siguen los mismos trucos de evasión.

De ahí que no hay argumentación para bajar la tributación de las empresas a 28% mientras no se resuelva el tema de la evasión en Colombia. Ahora, cuando hay escases de recursos públicos, a menos que se encuentren sustitutos, no resulta conveniente esta política.

La inversión depende de varios factores. En primer lugar de la demanda efectiva, del animal spiritus, de las expectativas de ventas y de la disponibilidad de recursos de financiación internos y externos. O sea, bajar impuestos no implica necesariamente que se va a aumentar la inversión por parte de las empresas. Una consecuencia es la de empeorar la distribución de los ingresos, ya que se favorecen las ganancias al aumentar el margen (mark up) sobre los costos salariales. En definitiva, más ganancias para los capitalistas sin que necesariamente se utilicen esos recursos internos adicionales para invertir.

Desde nuestro punto de vista, el factor más importante es la demanda tanto interna como externa. La economía colombiana sufre de un exceso de capacidad instalada y de insuficiente demanda que solo se resuelven con políticas del gobierno en diferentes campos: fiscal, monetario, cambiario, de inversión en ciencia y desarrollo, educación, infraestructura, salud, de incentivos donde sea productivo y necesario, de mejorar la eficiencia del gasto y de tener un estado moderno alejado de influencias clientelistas y elitistas.

En cuanto a la demanda externa, las exportaciones colombianas se concentran en más de un 60% en productos minero energéticos que no tienen nada que ver con dificultades de oferta. Hoy no tenemos ventajas comparativas en la industria porque este sector desapareció y tardará tiempo recuperarse. Igual ocurre con la agricultura.

La demanda externa juega un papel dinamizador de la producción interna. No siempre son los factores de oferta los que determinan el poder exportador sino aspectos no económicos como   redes de distribución, mercadeo, inteligencia económica y  papel del gobierno para promover los artículos colombianos.

Quedan los servicios turísticos que vienen creciendo por el acuerdo de paz y las ventajas geográficas de Colombia, sector que debe promoverse y modernizarse.

En cuanto a la agricultura,  como la industria, ha sido afectada por 30 años de políticas equivocadas y por el conflicto interno.  Aquí sí hay factores de oferta que han influido como la infraestructura agrícola, falta de apoyo tecnológico y tasa de cambio competitiva. Otro factor negativo es la inequitativa distribución de la tierra, con propietarios con millones de hectáreas sin utilizar.

Las políticas equivocadas de Santos y Uribe con los países vecinos de Ecuador y Venezuela bajaron las exportaciones de bienes industriales y agrícolas  a estos países que son nuestros mercados naturales.

Duque seguirá una estrategia agresiva contra Venezuela, por lo cual este importante mercado no se reactivará. Prefiere seguir los intereses del imperio estadunidense que los de Colombia.

Entonces, dadas las políticas que se han venido aplicando y las que se prevé implementará Duque, dentro de una concepción neoliberal, no hay esperanzas de un crecimiento superior a 5% de PIB y a una disminución del desempleo. La meta del nuevo gobierno de 4%  es bastante pobre, que no se realizará en 2018, ni en 2019 ni en 2020.  Así que los problemas del empleo seguirán a menos que se modifique el modelo neoliberal.

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